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TikTok y Twitter, ¿una pareja rebosante de química (explosiva)?

Puede que este dato se haya extraviado en la memoria de muchos, pero allá por 2012 Twitter echó el lazo el servicio de vídeos de 6 segundos de duración Vine. Cuatro años después, en 2016, la red social del pajarito clausuraba esta red social, que en su día marcó tendencia y fue terreno abonado para la experimentación para no pocos creadores.

Los vídeos de formato breve (esos que tan en boga están actualmente gracias a TikTok) fueron todo un “hype” mucho antes de la famosa app china entrara en escena. Pero eso no evitó que Vine, el precursor de TikTok, terminara pasando a mejor vida.

Actualmente, en tiempos de coronavirus y con China y Estados Unidos cada vez más enfrentados para encaramarse a la cúspide de la economía mundial, TikTok es la red social más en forma del momento y todos (incluyendo Snapchat e Instagram) la miran de reojo para tratar de imitarla, explica Markus Böhm en un artículo para Spiegel.

Sin embargo, las cosas se la han torcido a TikTok en Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump ha colgado a la filial de ByteDance la etiqueta de amenaza para la seguridad nacional.

Con la amenaza de Trump de prohibir TikTok en suelo estadounidense, la app está actualmente entre la espada o la pared. Si no vende su negocio a Estados Unidos, dejará de operar en este importantísimo y jugoso mercado a medidos del próximo mes de septiembre.

Microsoft ya ha tirado oficialmente la caña a TikTok y parece a bote pronto el pretendiente mejor posicionado para conquistar el corazón de la app de vídeo. Más allá de contar con un mullido colchón financiero a su disposición, el gigante del software está presente también China, la patria chica de TikTok. Además, la transacción cuenta a priori con el visto bueno de Trump.

Sin embargo, cuando todo parecía que la pugna por TikTok iba a ser cosa de un único “player”, The Wall Street Journal publicaba este fin de semana que Twitter podría sumarse a la puja.

Es Twitter la perfecta media naranja de TikTok?

Aunque la red de microblogging no ha confirmado oficialmente el rumor, tampoco lo ha negado. Y en estos casos aquello de “quien calla otorga” parece cobrar más sentido que nunca. No vano, Apple fue hace unos días protagonista de especulaciones similares y no tardó en dar un paso al frente para desmentirlas.

Para Twitter colgarse del brazo de TikTok supondría reintroducirse de lleno en el boyante mercado que abandonó hace cuatro años cuando “mató ” a Vine. Muy enfocada al entretenimiento, la app china (que se precia además de ser apolítica) es particularmente interesante para los anunciantes (a quienes Twitter trata lógicamente de cortejar a toda costa).

Aunque las arcas de Twitter no están tan llenas como las de Microsoft (y necesitaría casi con toda probabilidad el apoyo de terceros para adquirir TikTok), la red social del pajarito ganaría la partida a la empresa de Redmond en al menos un aspecto: su tamaño mucho más reducido. Al no ser uno de los “Big Five” de la tecnología, Twitter se toparía casi con toda seguridad con menos peros por parte de las autoridades de la competencia a la hora de aprobar su eventual adquisición de TikTok.

Así y todo, el pobre músculo financiero de Twitter (comparado con el de Microsoft) no puede ser soslayado en modo alguno. La compra de TikTok estaría cifrada, según los expertos, en varias decenas de mil millones de euros, una cifra absolutamente colosal si la confrontamos con el precio que Twitter pagó por Vine en 2012: apenas 30 millones de dólares.

Por otra parte, el hecho de que Twitter sea la red social favorita de Trump no tendría influencia alguna de cara a cerrar la transacción con ByteDance. Además, la red de microblogging y el máximo mandatario han colisionado en los últimos tiempos a cuenta de la censura que, según Trump, Twitter impone a sus controvertidos tuits.

¿Quién logrará echar el lazo a TikTok? La respuesta a esta pregunta es una incógnita. De hecho, puede que nunca haya transacción después de todo. Y al “culebrón” del verano podrían sumarse próximamente nuevos protagonistas, concluye Böhm.

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